Así cambió la vida de trabajadores de la construcción por la covid-19
Se quedaron sin ingresos por los confinamientos. Retomaron labores, pero muchas cosas cambiaron.
Cada mañana, Geider de Jesús Serrano Semana madrugaba a trabajar en un proyecto de vivienda al norte de la capital. Él es cortador de ladrillo, de bloque y también se dedica a algunas actividades de acabados, como pañetar y pintar. Vive con su hermana y su sobrino. Pero toda su rutina cambió y su economía se afectó cuando empezó la pandemia.
Cada mañana, Geider de Jesús Serrano Semana madrugaba a trabajar en un proyecto de vivienda al norte de la capital. Él es cortador de ladrillo, de bloque y también se dedica a algunas actividades de acabados, como pañetar y pintar. Vive con su hermana y su sobrino. Pero toda su rutina cambió y su economía se afectó cuando empezó la pandemia.
“Por la covid-19 mi trabajo fue suspendido y me tocó quedarme en la casa. Lamentablemente todo se afectó, porque no pudimos tener más ingresos y fue bastante dura la situación. No teníamos para poder comer ni pagar arriendo, porque uno aquí vive pagando arriendo, no tiene casa propia”, contó Geider en entrevista con Metrocuadrado.com.
Él es un joven de 30 años, que como muchos otros trabajadores tanto de la construcción como de otros sectores, llegó a Bogotá en busca de mejores oportunidades. Nació en María la Baja, un municipio del departamento de Bolívar, cerca de Cartagena, en una familia campesina.
“Hace seis años, por falta de trabajo, me vine a Bogotá buscando una mejor vida, por la necesidad que se presenta en mi pueblo”, afirmó Geider.
Ingresos, en cuarentena
La pandemia por el covid cambió el diario vivir de todos. Entre el simulacro de aislamiento en Bogotá y la cuarentena nacional, las obras de construcción y muchas otras actividades se paralizaron.
“Nosotros suspendimos el 19 de marzo. Esperábamos parar solo cuatro días, pero con la cuarentena, la obra se suspendió indefinidamente. En ese momento manejábamos 65 personas en obra”, narró Yohanna Andrea Díaz Cuervo, residente de la obra Pasadena 106, un proyecto donde está encargada de la parte estructural y acabados.
Por lo general, a los trabajadores del sector constructor se les paga por obra realizada. Entonces, al estar suspendida la obra, ninguno de los trabajadores recibía sueldo. Con esta situación, algunos contratistas se organizaron para darles a los trabajadores una ayuda económica, especialmente con mercados, comentó Yohanna.
Regreso con cambios
A finales de abril, el Gobierno amplió las excepciones al aislamiento preventivo obligatorio y permitió reiniciar actividades en varios sectores, entre ellos la construcción.
Así mismo, la administración distrital permitió la reactivación de obras a partir del 27 de abril, siempre y cuando cumplieran con una serie de protocolos de bioseguridad.
“Cuando anunciaron los protocolos, nos organizamos lo más pronto posible. Pusimos lavamanos en cada piso, puntos de desinfección, cubículos para que cada persona se cambie, entre otras medidas. Tuvimos un proceso largo de aceptación de los protocolos, pero finalizando mayo logramos reactivar la obra”, explicó Yohanna.
Geider logró retornar a su trabajo, es uno de los 40 trabajadores que se encuentran actualmente en el proyecto. “Volver fue algo muy bueno, porque uno empieza a pagar las deudas acumuladas durante el confinamiento. Ya tenemos unos seis meses trabajando desde que retomamos y de ese modo nos hemos podido ayudar. Sin embargo, siguen las deudas”.
Al volver a la obra muchas cosas cambiaron, empezando por los horarios y los protocolos que deben aplicarse rigurosamente tanto a la llegada de los trabajadores como a su salida: desinfección, lavado de manos, toma de temperatura y cambio de ropa.
Antes de la pandemia, los trabajadores llegaban a las 6:30 a.m. para empezar labores a las 7 a.m. Tenían horarios de descanso en la mañana y en la tarde, y en su hora de almuerzo hasta sacaban tiempo para jugar fútbol. Ahora, todo cambió.
Geider sigue acostumbrado a madrugar, se levanta a las 5:30 a. m., se alista y prepara su desayuno y la comida que llevará al trabajo, sale de su casa a las 7:30 a. m. y en su bicicleta tarda media hora en llegar a la obra. Sin embargo, la nueva hora de entrada es a las 9 a.m. para hacer los protocolos e iniciar labores a las 10 a.m. como lo estipula la norma.
Por la ubicación del proyecto -en una zona residencial- pueden trabajar de 10 a.m. a 7 p.m., pero por cuestiones de seguridad, los trabajadores procuran salir hacia sus casas entre 5 y 5:30 p.m., pues la mayoría se movilizan en bicicleta y al inicio -cuando retomaron actividades- muchos fueron víctimas de robo.
“Teníamos cierto tiempo para nosotros y una hora en la que podíamos divertirnos como compañeros. Hoy no hacemos esto, porque tendríamos que salir más tarde y correr riesgos”, recordó Geider.
Geider es alegre, muy sociable y amable. Sueña con tener un día su casa propia, una familia, vivir cómodamente y ayudar a otras personas.
Para Geider uno de los aspectos más difíciles de la nueva normalidad es trabajar con tapabocas, pero reconoce la importancia de usarlo.
“Haber regresado es algo muy bonito porque uno no solo obtiene un ingreso, sino que tiene una familia en el trabajo, tiene amistades y uno se entretiene. Además, uno está haciendo su labor y aunque hay que mantener el distanciamiento uno mantiene esa alegría de poder compartir con sus compañeros”, expresó Geider.
PAOLA RUEDA POLO
Metrocuadrado.com